Sus viñetas llevan acompañando y haciendo sonreír a varias generaciones de españoles desde que en los años setenta decidió abandonar la plantilla de RTVE para probar suerte con las historietas, que le habían atrapado casi una década antes cuando comenzó a publicarlas en medios de la época. Cuarenta años y 80.000 viñetas después de aquella decisión, no parece que se le haya dado nada mal. Tras pasar por Diario 16 y El Mundo, lleva firmando el chiste editorial de El País desde 1995. Ha dirigido películas y series de humor en televisión y algunos de sus personajes, como Concha, Mariano o los Blasillos, forman parte de la memoria colectiva de los españoles. Desde la admiración que le profesamos, disfrutamos con Antonio Fraguas “Forges” (Madrid, 1972) de una relajada conversación hablando del vino y de la vida, de su fecunda historia y de los males de nuestro tiempo.
Forges: "Me jubilé de lo que se entiende convencionalmente por trabajar hace casi 50 años"
Nos imaginamos que se lo dicen a diario, pero para nosotros sus viñetas son el sol que alegra la mañana. Incluso los temas más duros de roer usted consigue dibujarlos y transmitirlos de manera que generen una sonrisa. ¿Lleva la cuenta de cuantas viñetas lleva dibujadas en toda su vida? ¿Tiene alguna preferencia entre todas ellas?
Creo que llevo más de 80.000 viñetas. El cálculo es sencillo, porque son 50 años publicando al menos un dibujo al día. Luego sumas los de historias especiales, la revista que hice… Seleccionar mi preferida me resulta difícil. Hay algunas que me gustan, pero en el fondo todas se hacen a medias con los lectores, que son quienes deciden compartirlas o no. En el fondo, el chiste lo hacemos entre todos. En el momento que yo lo dibujo, ya me convierto también en un espectador. Los artistas, los creativos, tenemos cierta mano para sacar elementos especiales. Cogemos un trocito de nube, bajamos y decimos: “Oye, mirad esto”, pero lo que enseñamos no es nuestro, es de todos; es la nube que tenemos encima. Cuando yo he acabado de hacer un chiste, lo veo y, si tiene gracia, me río; mi mujer cuando yo me estoy riendo a carcajadas, les dice a mis hijos: “ya está tu padre o viendo un chiste suyo o leyendo El Quijote”. Por eso es muy difícil decir a quién quieres más. Las viñetas son un poco como los hijos, aunque en realidad no sean tuyas.
En las viñetas siempre habla de todo tipo de cuestiones, incluso hay lugar para la solidaridad, como cuando incluye el mensaje “No te olvides de Haití”. Me preguntaba si hay algún tema sobre el que no se puede hacer humor o alguna viñeta que en algún momento dado usted hizo y luego decidió no publicar por la razón que fuese.
Bueno hay que tener mucho cuidado con estas cosas. En principio se puede publicar todo, pero hay que saber en qué mundo estamos. Por ejemplo, está el caso del islamismo radical. Si echamos cuentas históricas, llegaremos a la conclusión de que el Islam está en estos momentos, desde su fundación como religión, en lo que para nosotros fue 1487. Entonces había una institución que se llamaba la Inquisición, que quemaba a los herejes. Por eso, ahora debemos saber que estamos conviviendo con un sistema vandálico de entender las cosas que nada tiene que ver con el Corán. De hecho, los extremistas islámicos nunca se han leído el Corán, es algo que les vendría muy bien hacer. En nuestra cultura, es claro que todos los ciudadanos tienen derecho a la libertad de expresión, pero siempre que no se entre en colisión con el Código Penal o el Código Mercantil incluso, que obligan a no mentir ni a calumniar. Por eso, las personas que te dicen que son partidarias de la libertad de expresión, en realidad son partidarias de la libertad de expresarse. Y curiosamente muchos de los grandes partidarios de la libertad de expresión son quienes más la conculcan.
Hablábamos precisamente de la locura de este mundo, nos preguntábamos si usted piensa que es temporal o que no va a tener nunca arreglo…
Los seres humanos cuando nacemos nos integramos en grupos a los que consideramos lo mejor, lo más granado que ha habido en la Humanidad. El problema es que, como no leemos nada en general, no entendemos nada ni nos interesa la historia, acabamos respondiendo a la famosa frase: los pueblos que se olvidan de su historia, no solo están condenados a repetirla, sino que muchas veces son obligados a ello. Ahí está el problema, así de sencillo. Y hablamos de la tragedia griega o del drama griego, cuando en realidad en todas las situaciones están presentes, de lo más trágico a lo más cómico. Hay una bonita historia. Dentro de Atenas había un cementerio con once sepultureros. Hubo un lío y trasladaron el cementerio a las afueras de Atenas. En el lugar del antiguo cementerio hicieron un parking y a los enterradores fueron colocados allí mientras que contrataron a once jardineros como sepultureros. Eso en Grecia, igual que en Salónica existe un Cuerpo de Encendedores de Farolas de Gas cuando no hay farolas de gas desde hace 30 años. Pero ellos salen todas las tardes a la caída del sol, con unas pértigas donde llevan el fuego. Se acercan a las luces eléctricas y hacen como que las encienden. Son cosas que pasan en Grecia.
Su primera viñeta se publicó en 1964 y ha llovido un poquito desde entonces. ¿Han cambiado mucho las cosas?
Si miramos mi libro antológico, es curioso comprobar cómo quizá no haya pasado tanto tiempo. De hecho, estamos repitiendo lo que nos enseñaron los griegos. En el fondo, el jefe perverso, el chico, la chica, los padres de la chica, el corro de los compañeros de oficina o los compañeros de la cola del INEM, etcétera, etcétera… todo es igual, siempre es lo mismo.
Por eso tiene tanta vigencia aquella frase de “nos vamos todos o se rompe el invento”
Ahí tienes un ejemplo de chiste.
Chiste que no pasó nunca de moda, usted profetizó ahí…
Los que vivimos en aquella época no teníamos la información que tenemos ahora, ni la facilidad para acceder a ella. Antes no nos enterábamos…
Esa era la diferencia…
Hay gente que cree que ésta es la peor crisis económica que se ha vivido en España pero voy a decir una burrada: siendo un chavalín, yo he visto a gente muerta de hambre por las calles de Madrid. Me acuerdo un día, un señor que iba delante de mi padre y de mí y de repente se cayó al suelo. Entonces mi padre le cogió, le levantó la cabeza, le estuvo mirando…Mi padre trabajó de pequeño en la farmacia de su abuelo y sabía algo de medicina y dijo: “Toño, toma cincuenta céntimos, vete corriendo a una panadería y compra una barra de pan de estas grandes”. Me marché corriendo y, cuando volví, lo tenía sentado en un banco, le empezó a dar el pan en trozos y el hombre ya se recuperó, pero se estaba muriendo de hambre. Mi padre decía que España era el país más rico del mundo porque desde tiempo inmemorial había doscientas familias que habían vivido como nadie. Y lo siguen haciendo.
¿Es más fácil ahora o era más fácil antes hacer ese humor de crítica social que le caracteriza?
La transgresión siempre es más divertida y ahora hay transgresión, pero menos que antaño. Aquellos tiempos en que tenías que estar toreando al censor eran más emocionantes. Tú ahora observas Hermano Lobo o Por Favor, revistas de la época, y a veces es complicado descubrir de qué va un chiste. Era tal el lenguaje eufémico y eufemístico que todo el mundo acababa por saber de qué estabas hablando.
Vamos a ir ahora con los temas del “bebercio”. ¿El humor todo lo cura, o es mejor ponerle a la vida humor y también alguna copilla de vino para ayudar?
Una cosa es el alcohol y otra el vino. Yo el primero no lo pruebo, y el segundo, sobre todo el tinto, merece la pena, siempre que se tome con moderación. Hasta los médicos recomiendan el vaso de vino en la comida a muchos enfermos. Debe ser bueno por los polifenoles y esas cosas.
Eso es cierto. ¿Y cuáles son las recetas y los aromas que le recuerdan su infancia, los platos que más le marcaron?
Hay una serie de aromas que los tengo muy interiorizados, platos muy de nuestra cultura. Francia extendió por todo el Mediterráneo la magia de las croquetas. Pero, al final, son las que hace tu madre las mejores de la historia universal. Aunque es fantástica la tortilla de patata, que también está muy bien vista en todo el norte de África. Los griegos han sabido triunfa con la “mussaka” y los italianos, que son españoles con marketing, lo hacen en todo el mundo con la pasta. Por eso, las grandes recetas de mi vida son todas mediterráneas.
¿Qué presencia han tenido la comida y el vino en el mundo del humor gráfico de Antonio Fraguas?
Todos los humoristas hemos hecho chistes alrededor del vino. Yo tenía un personaje llamado “Mariano el Sobrio”, que estaba bebido absolutamente todo el día. Un día fui a la Federación de Ligas Antialcohólicas y vi que tenían por las paredes todos los chistes de Mariano. Me explicaron que sus pacientes eran como él y que, por eso, se sentían identificados, quitaban hierro a su problema y era más fácil la reconducción. Hicieron un cuaderno con los chistes y lo vendieron incluso en Francia y en Italia.
¿Qué tipo de vino les gusta a los personajes de Forges?
En general, los vinos tintos. Mi padre decía que toda bebida que tienda a blanco era una construcción venenosa del ser humano. Que los vinos tenían que ser, como los alcoholes, oscuros, porque no eran tan dañinos. Teorías de un buen bebedor.
Además de tintos, ¿tiene alguna preferencia? ¿Le gustan más afrutados, con más madera…? ¿O simplemente les pide que estén buenos?
Cada uno tenemos nuestros gustos. Yo recuerdo que, en Ribera del Duero había hace muchísimos años unas bodegas muy buenas llamadas Balbás. Estaban en La Horra, en la provincia de Burgos. Y los vinos que hacían eran muy buenos para la época. Y aquí fueron los franceses los que nos enseñaron. Como somos muy chovinistas, acusamos a los franceses de apuntarse todo, como los italianos. Somos incapaces de reconocer ningún valor a nadie, menos todavía a nuestros propios compatriotas.
¿Hasta qué punto las historietas de éxito y sus autores, como usted, pueden apoyar a los grandes tesoros alimentarios de nuestro país, la gastronomía, el vino…?.
Bueno, yo soy uno de los creadores del diseño inicial de Alimentos de España. Hablo de 1985. A partir de esa base, se convocó a unas agencias de publicidad para que hicieran una campaña gigantesca, incluso fuera de España, con una serie de condiciones que había que cumplir. Yo en las condiciones también intervine y esto lo hizo un organismo del Ministerio de Agricultura que otorgaba las Denominaciones de Origen a través de una persona que fue un revolucionario de la alimentación en España y se llamaba Mariano Maraver. Valía muchísimo y murió muy joven. Después de haber hecho eso, también intervine en el diseño y promoción de Alimentos de Andalucía. Y quedó clarísimo que, en tiempos de escasez generalizada, lo que no falla nunca en publicidad es el humor.
Usted ha engalanado con sus dibujos numerosos libros vinculados a la buena mesa. No sé si recuerda alguno en especial que le motivara o que le tenga especial cariño.
Bueno, con la gastronomía nos hemos pasado y hemos llegado a un momento histórico en el que hay más chefs que religiosos. Lo raro es que enciendas la televisión y no aparezca un cocinero. Yo conozco a Angelita Alfaro, una repostera genial. Ilustré uno de sus libros, que era muy voluminoso, con todo el cariño del mundo. Y tuvo el detalle de regalarme unas espardeñas con el escudo de mi equipo, el Athletic de Bilbao.
Usted inventó la palabra “bocata”. Yo no sé si tiene usted alguno que le guste a usted especialmente de toda la amplia gama de bocatas que hay. También nos gustaría mucho saber cómo comen y viven sus personajes, porque se les ve que quieren que les toque la lotería, pero comiendo quizá no se les vea tanto…
Hay un chiste que tuvo relativa circulación: el hombre que está con el delantal y dice: “Hoy hago yo la cena, ¿dónde está la cocina?”. Y otro cuando le mujer le pregunta “¿Qué has hecho hoy de cena?” y dice el hombre: “De eso de lo verde a la plancha”. Pero esto ocurría antaño. Vosotros sois una generación totalmente distinta. Tengo una teoría sobre por qué a los hombres no nos gusta poner la lavadora. Porque es una especie de matriz femenina y nos da un poco de repelús. Exceptuando las de carga superior, donde puedes echar la ropa incluso leyendo el periódico.
¿Y su mejor bocata?
Recuerdo en TVE después de seis horas de grabación, un programa en directo de una hora más y llegaba la hora de comer. Podías optar o por el menú o por un bocata de tortilla con pimientos que era espectacular.
Pero porque el menú era muy malo, ¿no?
No, no, pero el bocata de tortilla con pimientos tenía todo lo que se necesita en una comida. Aquí tendemos a comer tres veces más de lo que necesitamos. Han abierto un restaurante donde te dan la tercera parte de las raciones habituales. Te cuesta tres veces menos y comes perfectamente. Aunque claro, se echan de menos aquellos platos de antaño.
No sé si usted es más partidario de la tradición o de la vanguardia en todo lo relacionado con la cocina y los vinos, ¿Qué le sugiere la cocina de autor?
Yo creo que los experimentos conviene hacerlos con gaseosa. Me parece que en esta eclosión de religiones, de religiosos de la nueva cocina española, hay de todo, hay herejes, hay anabaptistas… Hay una tendencia a crear ritos en esta religión nueva: alguno de ellos son positivos, otros son sorprendentes y luego también hay humor, porque hay cosas que no se pueden hacer si no es con humor. Por ejemplo, esas gentes que se reunieron un día y decidieron inventarse cosas alrededor del vino. Como el retrogusto o que un vino sea afrutado. ¿Cómo no va a ser afrutado si procede de una fruta? Me gustaría que los mensajes fueran más directos. Este vino está bueno y punto. No hacen falta más envoltorios.
A veces el miedo que se le coge al vino o a la alta gastronomía por parte de la gente de a pie viene precisamente de esos lenguajes que asustan…
Hay cosas que tenemos que ser conscientes de ellas. Yo tengo un yerno inglés que no aguanta la cerveza española y bebe su cerveza caliente, calentorra diríamos. Y luego el enólogo Robert Parker es muy peligroso, con las puntuaciones que otorga a determinados vinos…
Ahora le iba a preguntar por los mercados, escenarios con muchísima vida, muy pintorescos, donde se puede encontrar uno de todo. No sé si es fan de los mercados, como nosotros, o si recuerda haber tenido una experiencia fantástica en alguno de ellos. También nos gustaría que nos contara con qué llena la cesta de la compra.
Bueno yo soy más bien vegetariano, pero no del todo. Los productos vegetales me parecen mejores que los animales. Lo primero porque a mí los animales me dan mucha pena, y luego porque, como ya tengo una edad, su carne me sienta mal. Y da gusto, por ejemplo, ver la fruta en los mercados, con sus colores. Es un placer para todos los sentidos.
Ahora hay mercados muy raros, muy “gourmets”, ¿se han reinventado los mercados?
La verdad es que en muchos de ellos te pegan unos sartenazos al bolsillo que te dejan vestido de lagarterana. Yo pienso aún en pesetas y me pregunto cómo pueden llegar a esos precios. Luego creo que hay que tener cuidado con el diseño, que lo ha invadido todo, hasta los platos. Yo tengo un amigo que cuando le ponen un plato de esos dice: “Oye, déjate de romances y tráeme comida” Pues de esa misma manera, hay unas escaleras preciosas pero que con más de 40 años ya resulta difícil subirlas, porque no se ajustan a tus pasos. Hay que tener mucho cuidado porque un mercado debe ser sencillo y accesible para todo el mundo. Si tienes otras aspiraciones, llámalo de otra manera.
Con treinta años, usted abandona sus actividades profesionales y decide volcarse en el humor gráfico. Han pasado ya cuatro décadas y seguro que hace un balance fantástico de ello, porque nos da la sensación de que se lo pasa usted muy bien...
Yo me lo paso de miedo, fue una buena decisión. Yo me veía como mis compañeros en televisión, en una mesa de despacho, con la foto de Franco a un lado, la de José Antonio Primo de Rivera al otro y decidí cambiar de vida. Me decían que cómo hacía eso con lo que costaba llegar hasta allí. Hace unos meses me invitaron al 50 Aniversario del traslado de la Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones desde el centro de Madrid, donde estudié, a la Ciudad Universitaria. Todos los directivos senior son compañeros míos de aquella época. Me invitaron, fui a una charla, nos reímos todos, y alguno me dijo, en secreto para que no lo escucharon las demás, qué bien hiciste.
¿En qué proyecto se encuentra actualmente inmerso?
De los proyectos no se debe hablar con anterioridad, pero tengo varios y algunos muy apasionantes. Yo por ejemplo hice dos películas y tengo que hacer otras ocho por contrato, pero no me veo haciéndolas, ni loco, a menos que encuentre un equipo bueno…pero el cine es complicadísimo.
Algunos amigos nos piden que le preguntemos si usted se piensa jubilar…
No, no, no me voy a jubilar. Pero bueno si esto que estoy haciendo es como una jubilación… Yo tengo la suerte de haberme jubilado, de lo que se entiende convencionalmente por trabajar hace casi 50 años. Estoy haciendo lo que más me divierte: una actividad como dibujar que puede hacerla cualquiera.
¿Cómo son sus horarios, Antonio? ¿Cuándo dibuja?
Me levanto a las seis de la mañana, me ducho, oigo la radio, veo la prensa digital, la tele alguna vez, pocas, los periódicos de papel y rápidamente ya te pones al día de lo que está pasando. Antes de ese modo casi sabías cual iba a ser la primera noticia del papel; ahora eso ya va cambiando y hay que estar más al tanto, porque la respuesta es inmediata. Tengo la suerte que soy el más rápido del Oeste. A mis compañeros les cuesta más trabajo porque son más reflexivos o mejores dibujantes. Yo desde los 14 años, estuve metido en informativos y cuando le coges el tranquillo, es divertidísimo. Luego veo a gente hacia las doce del mediodía, voy a comer, veo alguna serie de televisión con espíritu crítico y por la tarde sigo trabajando un poco, pero no mucho. Luego nos vamos al cine o sacamos a los perros. Es, en realidad, una vida de jubilado y la llevo haciendo desde hace muchísimo tiempo.
Ya la última pregunta. Me gustaría saber un día como hoy, aquí en Madrid, de temperatura agradable, ¿qué le apetecería ahora comer y con que vino lo acompañaría?
Es el día ideal para una tortilla de patatas con chorizo, una ensalada, con lechuga, tomate y cebolla. Podemos añadir también una tapita de morcilla y luego beber el último vino que hayan hecho en Balbás.