BODEGA Y VIÑEDOS MILENICO, S.L.

Milénico is made possible thanks to a privileged location, an extraordinary grape stock, and our quest for perfection, which necessitates the utmost care and attention to detail from vine to bottle to the table.

The vines grow on steep slopes in a rocky soil composed of lime and sand. They are trellised alongside the Duero River on the south-facing hillsides in rows oriented so as to balance out the sunlight. The vineyards are situated midway between the valley and the highlands, amid a special micro-climate that naturally protects the vines from the spring frosts and which, together with the austere soil, sparks the genesis of wines that are expressive, powerful, long-lived and distinctive.

The natural ventilation of the hillsides, the ample sunlight, and the marked contrast in temperature between the midday heat and the coolness of the night are ideal conditions for the perfect ripening of the Tinta Fino grape, which is a variant of the Tempranillo that is acclimated to the rigours of our land.

Our winemaking philosophy is simple—it is to treat the vines with the utmost respect. We do not use herbicides or chemical fertilizers and we work the soil minimally. Most of the vineyards are certified organic and most of the rest follow the same practices.

Only the most perfect, unblemished grapes are used—handpicked outdoors first, and then again, inside the winery, where fermentation is started using natural, native yeasts and where our pact with the grape becomes predicated on non-intervention.

Our wines are a very limited edition series, each outstanding and unique—born from grapes tended by hand on the vine and then nurtured in barrels of fine woods—creating a product distinguished for its complexity and aromatic intensity, powerful yet with great balance, and above all, natural.

Milénico wines are created to showcase the best of the land where the grapes were grown. Our wines are an honest and realistic reflection of our surroundings and of our desire to transform the fruit of the vine into wine in the most natural way possible.

Milénico is the fruit of our dedication and enthusiasm for creating exceptional wines. Our ongoing relationship with the land, with the grape and with the wine, and our desire to achieve the best is what provides the energy that inspires us day by day.

Milénico is born on the banks of the Duero River, on the outskirts of San Martín de Rubiales between Roa and Peñafiel, epicentres of the Ribera del Duero which has always been land for grape and grain and known worldwide for its wines.

Our determination to achieve a distinctly unique wine obliges us to provide and care for the vine as an extension of ourselves, and to select only the best grapes for the creation of our wines.

We have grown up right alongside the vine and, with it, we have learned which techniques work well in harmony with nature while at the same time obtaining the best that the plant can offer.

This is how we make our wine to be the most natural possible, and that it exhibits its particular characteristics instilled by soil, terrain and climate.

Our wines are part of our identity and a reflection of our world and of ourselves—something that is born and grows with us and a gift to the senses of which we are proud.

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Milénico es posible gracias a una ubicación privilegiada, una extraordinaria calidad de las uvas propias, y nuestra búsqueda de la perfección, que requiere el máximo cuidado y atención a los detalles desde la vid a la botella y a la mesa.

Las viñas crecen en pendientes empinadas en un suelo rocoso compuesto de cal y arena. Están enrejadas a lo largo del río Duero en las laderas orientadas al sur en hileras para equilibrar la luz del sol. Los viñedos están situados a medio camino entre el valle y el páramo, en medio de un microclima especial que protege de forma natural a las vides de las heladas primaverales y que, junto con la austeridad del suelo, da lugar a la génesis de unos vinos expresivos, potentes, longevos y peculiares.

La ventilación natural de las laderas, la abundante luz solar y el marcado contraste de temperatura entre el calor del mediodía y el frescor de la noche son condiciones ideales para la perfecta maduración de la uva Tinta Fina, que es una variante de la Tempranillo que se aclimata a los rigores de nuestra tierra.

Nuestra filosofía de elaboración es simple, es tratar las viñas con el máximo respeto. No utilizamos herbicidas ni abonos químicos y trabajamos el suelo mínimamente. Son viñedos en buena parte certificados ecológicos y buena parte del resto bajo las mismas prácticas.

Sólo se utilizan las uvas más sanas, que se recogen a mano primero al aire libre y luego dentro de la bodega, donde se inicia la fermentación con levaduras naturales y autóctonas y donde nuestro pacto con la uva se basa en la no intervención.

Nuestros vinos son una serie muy limitada, cada uno de ellos excepcional y único -nacido de uvas cuidadas a mano en la vid y luego criadas en barricas de maderas finas- creando un producto que se distingue por su complejidad e intensidad aromática, potente pero con gran equilibrio, y sobre todo, natural.

Los vinos de Milénico se crean para mostrar lo mejor de la tierra donde se cultivan las uvas. Nuestros vinos son un reflejo honesto y realista de nuestro entorno y de nuestro deseo de transformar el fruto de la vid en vino de la forma más natural posible.

Milénico es el fruto de nuestra dedicación y entusiasmo por crear vinos excepcionales. Nuestra continua relación con la tierra, con la uva y con el vino, y nuestro deseo de conseguir lo mejor es lo que nos proporciona la energía que nos inspira día a día.

Milénico nace a orillas del río Duero, en las afueras de San Martín de Rubiales entre Roa y Peñafiel, epicentros de la Ribera del Duero que siempre ha sido tierra de uva y grano, y conocida mundialmente por sus vinos.

Nuestro empeño en conseguir un vino único nos obliga a cuidar y proveer a la vid como una extensión de nosotros mismos, y a seleccionar sólo las mejores uvas para la creación de nuestros vinos.

Hemos crecido junto a la vid y, con ella, hemos aprendido qué técnicas funcionan bien en armonía con la naturaleza y al mismo tiempo obtenemos lo mejor que la planta puede ofrecer.

Así es como hacemos que nuestro vino sea lo más natural posible, y que presente sus características particulares inculcadas por el suelo, el terreno y el clima.

Nuestros vinos forman parte de nuestra identidad y son un reflejo de nuestro mundo y de nosotros mismos, algo que nace y crece con nosotros y un regalo para los sentidos del que nos sentimos orgullosos.